viernes, 23 de enero de 2015

Insumisa de la cotidianidad

 Cada acto cotidiano conlleva en su interior un incesante baile de rutinas.
Bajé por la escalera apresuradamente, sofocada, sosteniendo por inercia las llaves en mi mano. Como cada mañana.
Al llegar al coche, coloqué mi bolso en el asiento trasero y, a su lado, la chaqueta, ambos fieles pasajeros en mi trayecto hacia el trabajo. Como cada mañana.
Introduje la llave en el contacto para oír de nuevo el asfixiado sonido del motor y, acto seguido, conectar el radiocasete de mi preciado y ya enfermizo coche. Como cada mañana.
 Y escuché atentamente en mi emisora habitual el inicio del programa matinal.
-¡¡¡Buenos días!!!- exclamaban con una energía impropia de aquella hora-.
 Entonces, como cada mañana, comenzó mi particular bolero, con asiduidad y alevosía, obligándome a repetir los mismos movimientos, a pronunciar idénticas palabras. En ocasiones, semejante a un vals, sutil y acompasado, en otras sensual y apasionado como un tango, pero siempre inalterable.
La vida es así, más y más de lo mismo, de tal modo que aceptamos sin recelo esa sórdida condena de lo esperado, durante días, durante meses, durante años, y siendo esta nuestra fortuna, pobre del valiente que exhiba públicamente una queja, un lamento, pues será irremediablemente sentenciado y castigado con la más incisiva de las críticas.
 Pues yo, me niego. Y salgo en busca de un diálogo estimulante, un roce que active mi espíritu desesperado, ansioso, voraz.
Sigo caminando, sin rumbo, sin bagaje, y entretanto, cae la tarde. Llevo horas persiguiendo un nuevo aliciente vital ante tanta desidia mientras la brisa invernal golpea mi rostro, ya gélido, y mis piernas, exhaustas, comienzan a flaquear. De pronto algo me paraliza. ¿Qué está sucediendo en el interior de aquel local? Me aproximo hasta la puerta dispuesta a averiguarlo, se oyen acordes de guitarra, me adentro un poco más, percibo entonces lo que parecen voces femeninas, quizás un coro, y una voz masculina…¡¡¡recitando poesía!!! Me pellizco para verificar que no es todo un sueño mientras sigo avanzando.
La realidad, a veces, reserva para nosotros momentos verdaderamente increíbles.
Nunca he sido muy aficionada a los versos, lo reconozco, pero esa noche, sin embargo, me senté plácidamente en el último taburete, al final de la barra, pedí una cerveza y me dejé llevar. Y me vi arrastrada a un mundo sumamente original, con sinuosas curvas, circulando a la velocidad exacta que me marcaba su historia, su latido, su motor. Me sumergí en el Poetic Show y emergí triunfante, sonriente y llena de vida.
Porque la realidad, sin duda, reserva para nosotros momentos verdaderamente increíbles.
                                                                       Loli Regs
                                                                                                                                    

No hay comentarios:

Publicar un comentario